Excelente relato lleno de un delicado y muy sutil morbo (aunque por momentos no tan sutil, jajaja). No pude postearlo antes por falta de tiempo, pero ahora lo tienen acá y les digo que no pueden no leerlo.
Y comenten, no sean avaros, así animan a otros autores a escribir más.
Humillado en el
trabajo (Parte
1)
AUTOR:
Jotaze
Este es mi primer
relato. Lo escribo con el afán que entretener y para colaborar con las webs que
tan buenos momentos me han dado. Escribiré la segunda parte si alguien tiene
interés. Sentíos libres de versionar el relato para mejorarlo o dar vuestro
propio punto de vista.
Conocí
a Sandra en la universidad. Ella fue a estudiar a mi ciudad desde Extremadura y
tras acabar la carrera los dos fuimos a trabajar a Madrid. Antes de ella yo
sólo había estado con una chica y no pasé de los besos. Como soy bastante
tímido siempre me he considerado muy afortunado de que ella se fijara en mí.
Sandra es extrovertida, le gusta bailar y su físico la hace ser muy apetecible
a los hombres. Es delgadita y bastante guapa de cara. Su simpatía hace que
parezca más receptiva y siempre ha tenido muchos pretendientes y babosos
nocturnos. Sin embargo, nunca ha sido muy ligona ; a parte de mí, tuvo dos
novios en el instituto y un par de rolletes pasajeros en la universidad.
Durante
nuestra estancia en la capital, hubo una terrible crisis económica. Yo no tenía
familia que me apoyase (mis padres fallecieron unos años antes) y sin becas de
estudio los ingresos laborales era lo único que me separaban de la indigencia.
Era casi imposible encontrar trabajo así que cuando me llamaron de la empresa
de ingeniería fue una gran alegría. Me dijeron que debido a mi situación de
orfandad me darían una oportunidad
La
competencia allí era feroz y a mí me costaba mucho esfuerzo estar al día. Mis
compañeros parecían todos más inteligentes y rápidos que yo. Especialmente
Marcos. Era un tipo de familia adinerada, musculado, pagado de sí mismo y bastante admirado por su éxito con las
mujeres. Tenía un puesto ligeramente superior al mío en un departamento para el
que a veces tenía que colaborar. Tanto sus amigos como él ser burlaban
constantemente de mi desempeño en la empresa, mi forma de acceso a ella y de
mis pocas dotes para la ingeniería. Debido a mi carácter, yo bajaba la cabeza
ante sus mofas y eso hacía que me tuvieran cada vez menos respeto. Marcos llegó
incluso a darme collejas o hacerme comentarios del tipo "Como folles tan
mal como trabajas voy a ir que tener hacerle una visita a tu noviecita".
Sobre todo me dolía que Eva le riera las gracias. Eva estudió con Sandra y
ahora trabajaba de medio secretaria de Marcos. Gracias a ella conocimos la
empresa pero no creo que hiciera nada por facilitar mi incorporación. En la
universidad me hizo la vida imposible: no era raro, sobre todo cuando bebía,
que me llamara “pichafloja” o “manso” delante de la gente. Ella siempre había
considerado que yo era muy poco para Sandra y le divertía humillarme por mi
carácter apocado.
Tras
unos meses en la empresa, se hizo una quedada por la jubilación de uno de los
jefes. Un sencillo brindis de despedida para tomar unas cervezas después del
trabajo. Allí me enteré que el puesto vacante podía ser mío: mis estudios eran
los más indicados para cubrir esa baja y, según comentaban mis compañeros, sólo
la experiencia de Marcos podría arrebatarme el ascenso.
Al
acto me acompañó Sandra, que por su desparpajo y su vestidito rojo con vuelo,
se convirtió rápidamente en el objeto de toda la atención masculina. Mientras
yo me dedicaba a indagar sobre el puesto vacante, Eva le presentó a Marcos y
estuvieron hablando un buen rato. Yo no podía evitar echarles un ojo de vez en
cuando, temiendo que Marcos quisiera dejarme mal con alguna historia de la
oficina. Me parecía que se tomaba demasiadas confianzas con la forma de hablar
casi pegado a su oído, pero ella no parecía importarle y no paraba de reir ante
cada comentario que él le hacía.
Decidí
ir al servicio y no calentarme más la cabeza pero mientras estaba en uno de los
habitáculos escuché como entraban dos de los esbirros de Marcos:
-
“Has visto a la novia del pringado de Carlos? ¿Cómo puede una tía así estar con
él?”.
-
Sí, pero ya está Marcos metiéndole ficha. Otra que se va a cepillar el cabrón.
-
Jaja, pues a la tía se le ve con ganas de rabo, el panoli no le debe de dar lo
suyo.
Ese
comentario me escoció particularmente. Sandra era la única mujer con la que
había tenido relaciones y me costaba bastante hacerla llegar al orgasmo. La
mayoría de las veces acababa perdiendo la erección dejándola a medias. Ella
decía que no le importaba, que lo que le gustaba era estar conmigo, pero era
algo que me hacía sentir inseguro.
Cuando
salí me día cuenta que el brindis se estaba alargando y parecía una noche de
fiesta más. Mi novia hablaba a solas con Marcos en un rincón del bar. La barra
les tapaba el cuerpo hasta algo más arriba del ombligo. Una de las manos de mi
enemigo sujetaba la copa, mientras que la mano izquierda parecía estar en la
espalda o la cintura de Sandra. Nuestras miradas coincidieron y él se arrimó
más a mi novia, mostrándome lo receptiva que era mi novia con su presencia. Me
enojé bastante pero como uno de los jefes vino a hablar conmigo tuve que
aguantarme y ver cómo Marcos seguía trabajándose a mi novia.
Mientras
charlaba con este jefe, fui pensando en que no tenía nada que temer y que sería
divertido ver como Sandra rechazaba a Marcos.
Lo
que yo no sabía, es que Eva ya le había dicho en otras ocasiones a Sandra
"lo bueno que estaba su jefe", y que en el evento podría
conocerlo para opinar por ella misma. Lo que iba a ser una breve
presentación, se convirtió en una larga conversación gracias al descaro de mi
"compañero". Durante la misma Eva sacó el tema de que algunas de las
conquistas de Marcos comentaban lo bien dotado que estaba. Al tiempo que le iba
subiendo la cerveza, mi novia no pudo evitar echar alguna mirada de soslayo a
su paquete para ver si esos rumores en ciertos. Marcos lo notó y no sólo le
excitó la posibilidad de follarse un bomboncito como Sandra, sino también la
idea de llegar a la oficina y darme una colleja después de haber estado
clavándosela. Al fin y al cabo una de sus especialidades era tentar a las
chicas sin mucha experiencia con su fama de experimentado amante.
A
Eva pareció hacerle gracia de que Marcos se estuviera ligando a mi novia y puso
una excusa para dejarles solos. Él la llevó a la barra con el pretexto de pedir
otra cerveza y comenzó a atacar. Colocó la mano abierta en la parte baja de la
espalda de Sandra y empezó a ridiculizarme. Le contó que yo era el pringado de
la oficina y que él, como líder natural, se metía conmigo por distendir el
ambiente de trabajo. Le dijo también que en realidad pensaba que era buen
chaval pero que le parecía un poco mariquita por cómo encajaba las bromas.
Dicho esto, al retirar la mano de su espalda para coger el nuevo vaso, pasó la
mano por el culo de mi novia. Ella pensó que podría haber sido accidental y
sintió un pícaro cosquilleo al notar su mano en esa zona. Sandra comentó que yo
a veces salía del trabajo casi llorando y él contestó que pensaba en no darme tanta
caña, pero que ahora que sabía que tenía una novia tan guapa la envidia no le
iba a dejar.
Ese
fue el momento es que nuestras miradas coincidieron y en el que volvió a poner
la mano desafiante sobre la cintura de Sandra. Repitió el movimiento de retirada
de mano varias veces, lo que le sirvió para apreciar con disimulo el buen culo
que tiene mi novia. Y cuando Sandra se estiró para recibir la vuelta del
camarero, aprovechó descaradamente para dejar su mano unos segundos sobre el
culito prieto de mi chica, notando a través de la fina tela de su vestido, las
diminutas braguitas de encaje que llevaba. Ella se sonrojó e hizo como si no
hubiera notado nada, en parte por no dar la nota delante de la gente de mi
trabajo y en parte porque le pareció halagador que un chico tan guapo se fijara
en su trasero.
Marcos
pareció darse por satisfecho con este último acercamiento y llamó a Eva y a los
dos compañeros con los que ésta charlaba. Todos se mostraban especialmente
amables con Sandra. La posibilidad de que Marcos montara a la novia del
perdedor de la oficina les divertía
sobremanera: Sandra no era una más de las zorritas de Marcos, era la que iba a
hacer que yo fuera el hazmerreir y querían facilitarle la labor de hacerme cornudo.
Al
final Eva les comentó que había quedado con Sandra para salir a bailar en un
par de semanas. Ellos las animaron a pasarse ese Viernes por Edén, la mejor
discoteca de la ciudad, donde ellos tenían contactos y no tendrían que pagar
entrada. Ellas agradecieron la oferta y confirmaron que pasarían a verles.
Sandra notó que Eva tenía interés en encajar con la gente de la empresa y pensó
que no había nada de malo en ir para que su amiga no fuera sola. Además los
chicos le dijeron que podía pasarme yo también, aunque ella tuvo que recordarles
que los Sábados por la mañana trabajo y me sería muy difícil acudir. Tras
concertar la fecha y la hora se despidieron y Sandra regresó a mi lado.
Al
acabar la fiesta, de camino a casa, le pregunté a mi novia qué es lo que había
hablado con mis compañeros. Ella me contó que sobre todo fueron trivialidades y
que había quedado en acompañar a Eva en un par de Viernes. Me sentó bastante
mal que intentasen camelar a mi novia, pero como no quería parecer inseguro
delante de ella no dije nada.
Las semanas de oficina siguientes, transcurrieron con normalidad. Un
Lunes escuché como varios compañeros se pasaban las fotos de la chica que se
había ligado Marcos ese mismo Sábado. Al parecer habían quedado todos para
salir de fiesta y una universitaria de Erasmus bastante potente había
arrastrado a Marcos a uno de los baños de la discoteca. Él se había mostrado
reticente al considerarla algo joven, pero al final claudicó ante la
insistencia de la chica que le hizo una espectacular felación.
La verdad es que me jodía bastante
que ese imbécil recibiera la atención de tías que a mí ni me mirarían, pero
luego me consolaba pensar que yo tenía a Sandra. Ella sí era una mujer de
verdad, no como esas que hacen sexo oral en discotecas. Lo de chupar pollas
siempre me había parecido muy de guarra, de película porno, impropio de una
chica decente como Sandra, yo nunca ofendería a una mujer pidiéndole algo así.
Aunque Marcos se acostaba con varias mujeres a la semana, me confortaba saber
que Sandra no era de esas y que no estaría nunca con alguien como él.
Uno de aquellos días iba al servicio cuando me crucé por el pasillo
con Marcos, Eva, los dos chicos que habían hablado con Sandra y otra de las
secretarias. Agaché la mirada confiando en pasar desapercibido y me metí en el
baño de caballeros aliviado por no haber recibido ninguno de sus insultos. Me
encontraba miccionando en uno de los urinarios cuando de repente Marcos abrió
la puerta del servicio de par en par gritando: “Carlitos, no te tapes que no
hay mucho que ver”. Desde el pasillo, las chicas reían a carcajadas viendo cómo
me movía tratando de que no se me viera nada.
-
“Oye pringado, habrás oído lo del puesto vacante.
Espero que no te hagas ilusiones porque va a ser mío”, dijo Marcos.
-
“Bueno, eso… ya se verá”, contesté tímidamente.
-
“Ni lo sueñes, el otro día conocí a tu novia y
con tener una cosa en que no dar la talla ya tienes bastante lío jajaja. Yo
tengo todo lo que hace falta”.
-
“¿Lo que hace falta para ascender o le que le
hace falta a su novia?”, dijo Eva mientras todos aplaudían su gracia.
-
“Ambos”. Contestó Marcos desafiante. Y ante mi
falta de réplica cerraron la puerta y se alejaron riéndose de mí.
Al llegar a casa le conté todo a Sandra. Ella le quitaba importancia
alegando que Marcos tenía un sentido del humor muy grueso pero que no lo hacía
con maldad. También me dijo que había quedado para salir ese mismo viernes con
Eva, Marcos y sus amigos y me animó a venir para que pudiera conocerle
mejor. Dado que el Sábado trabajaba y
que iba muy pillado con las tareas me sería imposible ir, pero no me desagradó
la idea de que “el del humor grueso” viera a mi novia en todo su esplendor y se
tirara de los pelos porque jamás podría tenerla.
Llegó el esperado viernes y mi novia se dispuso a salir. Llevaba un
vestido azul oscuro bastante cortito que le hacía estar de lo más apetitosa. Yo
tenía que madrugar así que me fui a pronto la cama y caí dormido pensando en la
suerte que tenía al tener semejante mujer a mi lado.
Sandra quedó primero con Eva para tomar una copa. Ésta insistió en que
hacía mucho que no salían y que merecía celebrarse con chupitos de tequila y
absenta, como en sus tiempos universitarios. Mi novia estaba ya bastante
achispada cuando cogieron un taxi para reunirse con Marcos y compañía. La
discoteca Edén era la más fashion de la ciudad, famosa por su amplia pista de
baile y por la gente VIP que la frecuentaba. A las chicas les impresionó que
Marcos tuviera un reservado y que fuera tan popular en el local, ni siquiera
tuvieron que hacer cola cuando le dijeron al portero que habían quedado con él.
Los chicos se dedicaron a entretener a
Sandra y a Eva, les invitaron a copas y bailaron con ellas. Sin embargo parecía
como si guardaran algo más las distancias con Sandra, como si a ella la
reservaran sólo para Marcos.
Después de una hora de música de lo más movida, sonó un lento.
Mientras los demás se retiraban hacia los sofás Marcos agarró con firmeza a mi
novia y se quedaron bailándolo los dos solos. Cuando se reunieron con el grupo,
Eva la llevó al servicio y la interrogó sobre lo que había hecho durante el
lento:
-
Tía creo que Marcos está detrás de ti, qué
cabrona eres.
-
“Ay no sé, la verdad es que está siendo muy
amable toda la noche”.
-
“¿Amable? Te come con los ojos desde que te
conoció. ¡Con lo bueno que está!”.
-
“Ya, está buenísimo, y ufff… tenerlo tan cerca
mientras bailábamos hacía que me temblara todo, pero tengo novio y aunque
Marcos quisiera… yo no puedo”.
-
“Pero tía, aprovecha y disfruta, un maromo así
sólo pasa una vez en la vida y además, lo que pasa en Edén se queda en Edén”.
Las chicas volvieron a los sofás del reservado con Sandra pensando en
no hacer nada pero en disfrutar de la compañía de un hombre tan atractivo.
Marcos había ido a por una copa y aprovechó que Sandra se sentó sola en frente
de Eva y los otros chicos, para sentarse pegado a ella, poniendo uno de sus
brazos sobre el respaldo del sofá, casi sobre los hombros de mi novia.
La noche transcurrió tranquila hasta que uno de los empleados de la
sala anunció que iban a ser invitados a una botella de champán. Los chicos ya
habían comentado que se iban y lamentaron perderse el último brindis. Eva les
pidió que la llevaran, ya que les pillaba de camino y ahorraba muchísimo tiempo
yendo en coche. Mi novia hizo el amago de levantarse pensando en marcharse también,
pero Eva le detuvo y le recordó una conversación que habían tenido sobre las
excelencias del caro champán del Edén. Marcos se ofreció a llevarle en su
Mercedes después y, entre lo a gusto y confiada que estaba, y la insistencia de
los demás, decidió quedarse.
Una vez a solas Marcos desplegó todo su encanto: le susurraba al oído,
no paraba de decirle lo guapa que era y finalmente dejó la mano sobre la pierna
de mi novia, muy por encima de la rodilla, justo en la parte que dejaba al
descubierto su corto vestido. Sandra en vez de retirarla bebió un sorbo de su
copa, notando las burbujas del champán en los labios y un agradable cosquilleo
en sus muslos. Marcos pasó a la acción y puso esa misma mano en la barbilla y
la mejilla de mi novia, acariciándola. Sandra bajó la mirada varias veces
sonrojada, pero finalmente Marcos levantó suavemente su cara y quedaron
mirándose frente a frente. Él inclinó la cabeza y Sandra notó los labios y la
lengua de Marcos introduciéndose en su boca. La besaba con destreza, despacio,
y le pasaba la mano suavemente por sus muslos y costado, cerca de sus pechos.
La respiración de mi novia comenzó a hacerse más intensa y, sin dejar de
besarla, Marcos la agarró por la cintura y la atrajo más hacia él. Eso le
permitió tener fácil acceso al culito en el que tanto había pensado desde que
se lo tocó hace un par de semanas. Ella no opuso ninguna resistencia, y el
cabrón de Marcos pudo gozar del terso culito de mi novia. Le sorprendió que
tras un par de minutos sobándole el culo, ella se giró un poco más para
facilitarle el acceso y que pudiera tocar más. Esto dejó parte de la palma de
la mano de Marcos bajo el vestido arremangado de Sandra, y con su pulgar pudo
tocar la fina goma de las braguitas de licra de mi novia.
Esto pareció sacar del hechizo a Sandra y comenzó a hablar
azoradamente:
-
“Marcos esto está mal… trabajas con mi novio”.
-
“Shhh (le puso el dedo en la boca impidiéndole
hablar), esto no lo va a saber nadie nunca. Es algo que tenía que pasar, tú me
atraes y yo a ti también ¿no?”
-
“Sí, claro que me atraes mucho pero… yo no soy
así”.
-
“Sandra, disfrutemos el momento, nos gustamos y
es algo que hay que resolver, es inevitable. Luego ya seguiremos adelante con
nuestras vidas… ¿o no te ha gustado lo que ha pasado?”
-
“Sí, digo… no, Ay Marcos… no sé… será mejor que
me vaya y lo olvidemos todo”.
Al final la convenció para
acercarla a casa en su coche. Cuando bajaron las escaleras la cogió de la mano
con la excusa de ayudarla y en el embotellamiento de la puerta de salida le
puso la mano en la cintura. Probó a juguetear con sus dedos en la espalda de
Sandra y en ese momento ante la pasividad de mi chica pensó: “Carlos pringado,
te la voy devolver bien follada, a ésta me la cepillo hoy fijo”.
Salieron juntos sin decir una palabra hacia el lugar donde estaba el
coche, a unos diez minutos de la disco. Cuando estaban a punto de llegar Marcos
la cogió suavemente de la mano y la arrastró al hueco de un garaje. Ella se
dejó llevar contra la pared sin decir nada. Allí se besaron de nuevo. Las manos
de Sandra rodeaban el cuello de Marcos, así que tenía vía libre hacia el culo
de mi novia. Se lo tocó recreándose, como si tuviera todo el tiempo del mundo,
y acabó haciéndolo por debajo del vestido. Se estaba poniendo las botas con mi
novia y decidió da un paso más: subió las manos hasta sus pechos y también pudo
tocarlos hasta hartarse. Ella respondió bajando la mano hasta el abdomen de
Marcos. A él sabía lo que iba a pasar y le encantaba que mi novia tuviera ganas
de rabo. Sandra bajó tímidamente la mano y agarro el pollón de Marcos. Pasó la
mano por toda su longitud y no pudo evitar sorprenderse de su tamaño. Marcos
metió las dos manos debajo del vestido y entrelazó sus dedos con la goma de las
braguitas de mi novia. En ese momento era el dueño de la situación, podía
bajarle las bragas en cualquier momento y dudó si follarse a mi novia allí
mismo o hacerlo en el coche.
Sin embargo, antes de que pudiera desembragar a mi novia, Sandra tuvo
otro momento de dudas:
-
“Marcos, no sé qué me pasa. Esto está mal, tengo
que volver a casa o mi novio se preocupará”.
-
“Lo estás deseando tanto como yo y es algo que
tiene que pasar. ¿por qué no damos el paso y nos lo quitamos de encima? Te
prometo que será nuestro secreto. Si además Carlos no se entera de nada, está
empanado. Ven mañana a mi casa. Por la tarde has dicho que siempre vas a
correr. Ven a mi casa y allí lo hablamos tranquilamente y ya lo dejamos
zanjado”, y comenzó a besarla de nuevo.
-
“Vale, mañana quedamos pero prométeme que no se
lo dirás a nadie”.
Marcos esa sensación de victoria tan habitual en
él por cepillarse a una tía con novio. En este caso incluso podría estrecharle
la mano al cornudo después de hacerlo, porque trabajaba con él. Es cierto que
tendría que esperar un día, pero había visto a mi novia con ganas de que le
dieran lo suyo y sabía que nada iba a fallar.
Fue Sandra quién miró alarmada el reloj y le conminó a llevarla a
casa. Durante el trayecto de nuevo no hubo apenas palabras, Sandra aún estaba
algo desconcertada y Marcos disfrutaba de su triunfo. Aparcaron casi en frente
de mi portal. Sandra fue a bajar rápido pero él la detuvo. La atrajo hacia sí y
comenzó a besarla de nuevo y de nuevo tocó sus pechos. Su plan era sobarla otro
buen rato y después bajar al coñito de mi novia. Tenía curiosidad por cómo llevaría
el pubis y al menos quería desembragarla antes de mañana.
Le sorprendió que casi inmediatamente tras acariciar sus pezones, mi
novia fuera a buscar su polla. Estaba claro que le había gustado tocar rabo y
quería aprovechar ella también. Tras un rato de magreo, él dijo:
-
“Uff, no me dejarás así ¿verdad?, mira como me
tienes”, y señaló el enorme bulto de su pantalón)
-
“¿Y… qué es lo que quieres que haga?”, preguntó
aunque intuía lo que le estaba pidiendo.
-
“Lo que quiero es que me chupes la polla,
Sandra”, contestó con una confiada sonrisa.
Ella también sonrió. Le gustó mucho la seguridad con que se lo había
pedido y alargó sus brazos para desabrocharle el cinturón. Abrió el pantalón y
se inclinó ligeramente sobre el paquete de Marcos. Metió su mano en los calzoncillos
y sacó el trozo de carne que se iba a comer. Cuando vio el tamaño no pudo menos
que levantar la mirada y decir “Buuff no sé si me cabrá en la boca, Marcos”. Él
contestó “ya verás como sí te cabe, cariño”, puso la mano en la cabeza de mi
novia y la llevó suavemente hacia su pollón.
En principio le sorprendió la forma de chuparla de Sandra. Se metía la
polla en la boca y no usaba las manos. Otras chicas utilizan la lengua para
lamer o masturban con la mano pero Sandra hacía, sin sacarse la polla de la
boca, un sube y baja con el movimiento
de su cabeza.
Lo que yo no sabía es que, aunque pensaba que Sandra no hacía esas
cosas, era una felatriz con bastante experiencia. Su primer novio del instituto, era un chico
mayor que ella y la puso a chupar a las pocas semanas de salir con ella.
Gracias a lo que él contaba, Sandra se hizo muy popular en el instituto (el
hecho de que hiciera pajas con la boca hacía que todos fueran de lo más amable
con ella) y no tardó en echarse otro novio cuando él la dejó. Éste la invitaba
todas las tardes a “merendar” a casa, a las horas en que no estaban sus padres
y ella siempre fue complaciente con él.
Con ese bagaje y el hambre que traía atrasada, mi novia no pudo evitar
olvidarse todo en cuanto tuvo el pollón de Marcos en la boca. Le dio igual que
pudiera pasar algún vecino madrugador: le estaban dando su ración de polla y
quería hacer un trabajo impecable.
Marcos, con su nuca sobre el respaldo, disfrutando de las atenciones
de mi novia no pudo evitar después de un rato retener la cabeza de Sandra con
su mano y decirle que no fuera aumentara el ritmo, que no quería correrse tan
pronto. “Lámeme los huevos”, añadió
Ella le sacó las pelotas de los calzoncillos y empezó a chuparlas
obedientemente. En ese momento Marcos no pudo evitar acordarse de mí: “Parece
que tu novia le va a coger el gusto a chuparme los huevos, gilipollas, jajaja y
tú mientras durmiendo aquí al lado sin enterarte de nada”.
Marcos se dirigió de nuevo a Sandra y le preguntó:
-
“Te acabo en la boca, ¿vale?”. Ella se incorporó
ligeramente pero antes de que pudiera replicar, él habló de nuevo: “¿te lo han
hecho alguna vez antes, no? Te dará morbo”. Y alargó la mano para coger unos
cleenex de la bandeja del cambio de marchas.
-
“Claro que me da morbo” respondió para recalcar
que no era ninguna mojigata. Y volvió a meterse la polla en boca haciendo honor
a una de las pintadas del baño de chicos de su instituto “Sandra la chupa a dos
velocidades”.
La cabeza de Sandra aumentó el ritmo y Marcos no aguantó mucho más.
Sujetó con firmeza la coronilla de mi novia y descargó toda su leche en la boca
de mi novia. Ella esperó pacientemente a que terminara sus embestidas,
aguantando el semen de mi compañero en la boca. Después lo escupió con cierto
desagrado en varios cleenex.
Ambos se miraron satisfechos y Marcos dijo “Ahora al llegar a casa le
das un buen morreo a tu noviecito”. Ella le dio un pequeño golpe en el muslo y
le dijo: “no seas malo, pobrecito”. Él la cogió de la mano y trató de ser lo
más romántico posible recordándole su próximo encuentro. Cuando ella aseguró
que iría y Marcos la dejó marchar.
Mientras la veía entrar el portal no pudo evitar pensar en las suaves
braguitas que llevaba bajo el vestido, y en que mañana por la tarde ese bombón
iba a ser su putita. Al arrancar el coche pensó que por la mañana no tenía nada
que hacer y pasaría a saludarme por la oficina.
EPÍLOGO
Me desperté para ir a trabajar y vi que Sandra estaba desayunando. Me
dijo que no había llegado muy tarde y que como no estaba cansada por la tarde
iría a correr. Me sorprendió ver que se llevaba continuamente la mano a la
mandíbula así que pregunté:
-
“¿Te duele la boca?”
-
“Um, ah sí, me molesta un poco al abrirla”.
-
“Pues no sé. ¿Cenasteis ayer por ahí? ¿comiste
algo duro?”
-
“Ella sonrió y dijo: “Sí, anoche me comí… que
estaba muy duro.”
-
“¿Ah sí? ¿Y qué era, carne a la brasa como la
última vez?”
-
“Mmm sí, un buen trozo de carne. Casi ni me cabía
en boca jeje”.
-
“Pues espero que al menos estuviera rico”.
-
Entonces mi novia recordó lo que le dijo Marcos
sobre que yo no me enteraba de nada. “Sí sí, nunca había probado algo tan
bueno, de hecho me voy a animar a repetir. ¿Hoy trabajas hasta tarde, verdad?”.
Y tras contestarle que sí, se levantó y me besó en la frente deseándome un buen
día en la oficina.
¿CONTINUARÁ?
AUTOR: Jotaze (c) 2015 — Derechos del autor.
Este relato se publica en este blog con permiso de su autor.
AUTOR: Jotaze (c) 2015 — Derechos del autor.
Este relato se publica en este blog con permiso de su autor.